La redacción de los informes de seguridad no puede ser una cuestión meramente administrativa basada en una inclusión de datos de seguridad con listados tediosos y poco detalle de análisis; es necesario entender y asimilar los requerimientos regulatorios para este tipo de informes y las medidas de evaluación de las diferentes agencias reguladoras europeas y al PRAC, ya que, a pesar de que se puede percibir cierta necesidad de armonización en los criterios a nivel de las agencias de los diferentes países europeo a este respecto, se tiende hacia un criterio común de alto nivel de análisis de toda la información disponible en datos de seguridad.
En este sentido, para la redacción adecuada tanto de los PBRER, RMP y ACO es necesario realizar un análisis inicial de la información de seguridad actualizada procedente de diferentes fuentes del principio activo o medicamento:
- Número de casos detectados durante el periodo del informe y acumulado relacionado con nuestro medicamento. La revisión de los casos no solo debe ser interna, también a nivel de otras bases de datos internacionales y mundiales como Vigibase, FAERS o Eudravigilance.
- Señales de seguridad publicadas por las diferentes agencias reguladoras incluyendo la FDA (aunque en primer lugar la AEMPS nos recomienda que detallemos las detectadas a nivel europeo). Las señales detectadas de forma interna también deben ser tenidas en cuenta y ser detallas en este tipo de informes.
- Safety concerns (identificados, potenciales y missing) publicados en los resúmenes de los RMPs o bien en la EMA/HMA o en diferentes agencias europeas. Importante tener en cuenta que todos los medicamentos tienen safety concerns por muy seguro que nos parezcan algunos de ellos.
- Variaciones por motivos de seguridad de la ficha técnica.
- Publicaciones científicas, ensayos clínicos o estudios post-comercialización.
- Posibles errores de medicación, abuso, mal uso etc. que se han producido con nuestro medicamento o medicamentos con la misma composición.
- Otros aspectos: evaluación del riesgo medioambiental del medicamento, nuevos estudios preclínicos y toxicológicos, posibles riesgos toxicológicos de los excipientes, exposiciones ocupacionales, modelos de predicción in silico para nuestra molécula o excipientes por ejemplo en casos de sensibilización, uso fuera de indicación, factores de riesgo, falsificaciones del medicamento….
Una vez realizado este análisis de los datos los siguientes pasos serían los siguientes:
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- Determinar los safety concerns y clasificarlos en identificados, potenciales o missing. Para realizar esta clasificación debemos saber su procedencia, es decir, ¿surgió en la fase preclínica, en la fase clínica o en ambas?, ¿ha surgido debido a una señal de seguridad una vez comercializado?
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- En base a estas respuestas caracterizar cada riesgo, detallar su incidencia, prevalencia, mecanismo de acción, cómo puede afectar a un individuo y a la población en general o poblaciones especiales etc.
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- Plantearnos la cuestión, ¿qué hacemos para prevenir estos riesgos?, ¿es suficiente con las actividades diarias de FV que realizamos o son necesarias medidas adicionales? Es posible que se requiera cambiar nuestro CCSI/CCDS y con ello nuestra ficha técnica y prospecto o incluso redactar una DHPC o un plan educacional para pacientes y profesionales sanitarios.
El análisis anteriormente detallado debe tenerse en cuenta tanto para la redacción de un PBRER como de un RMP puesto que en ambos informes es necesario detallar los safety concerns. El mismo procedimiento aplica a los ACO e incluso a los DSUR aunque no se hayan mencionado anteriormente en este artículo puesto que en el se hace referencia cruzada al RMP en el caso en el que el medicamento objeto de estudio ya se encuentre autorizado.
En definitiva, dado que las autoridades europeas exigen una mayor integración de datos procedentes de diferentes fuentes, la complejidad de los informes ha evolucionado notablemente, lo cual implica la necesidad de una actualización permanente y una mayor especialización.